La tierra es el único planeta de nuestro sistema solar y probablemente de este rincón de la galaxia con las condiciones para el florecimiento de la vida como la conocemos y de la civilización humana. Somos sólo una de las expresiones de la naturaleza, por lo que consideramos necesario sentirnos parte de ella, solidarizarnos y contribuir a preservarla, porque en ello nos va la supervivencia y la vida.
A partir de la publicación del número 3 de la revista electrónica La Tinta del Tiempo cuya temática fue: “El agua: entre el negocio y la vida” se planteó la necesidad de llevar a cabo acciones concretas para contribuir al cuidado del medio ambiente.
Las áreas de oportunidad son, entre muchas otras: la disminución del consumo de combustibles fósiles, la reducción de la sobreexplotación de los mantos acuíferos por las grandes empresas, la reforestación o implementación de bosques y áreas verdes y de cultivo, el descenso del consumo de energía eléctrica y el incremento del uso de la solar y la reducción de la contaminación. Dentro de esta última se encuentra la actividad que proponemos, a la que consideramos necesaria y factible, aunque insuficiente. Ojalá que otras voluntades contribuyan en otros ámbitos.
La degradación del unicel tarda entre 500 y 800 años. Su utilización generalmente es de un sólo uso como el de muchos otros de los consumibles desechables que contaminan las aguas de ríos y mares y contribuyen a su deterioro.
La idea de disminuir el consumo a nivel local se fundamenta en que las medidas para contribuir son personales y locales y se suman a la reducción de los efectos globales. La implementación requiere la conjunción de voluntades con base en el convencimiento y la toma de conciencia individual.